miércoles, 13 de enero de 2010

Indiferencia de instancias gubernamentales de México y E. U.

LA LUCHA DE UNA MADRE


“¿Sabéis por qué han condenado a mi hijo y a todos los que estaban con él? Os lo voy a decir. Creed a mi corazón de madre, a mis canas> Ayer condenaron a unos hombres porque llevaban a todos la verdad. Ayer me entere yo de que esta verdad… Nadie puede discutir ni luchar contra ella, ¡nadie!”.
Máximo Gorki/La Madre



PRIMERA PARTE. Un año ilegalmente separados

Este mes de diciembre se cumple un año del robo de Emiliano, el hijo menor de Miroslava Rivera Cota. Con el premeditado engaño de que fuera abrir los regalos de la pasada Navidad, el padre, Raúl Hernández Sánchez, se llevó al niño de su casa en Mexicali (de entonces cinco años de edad) a la vecina localidad de Calexico, en el estado de California. Una vez en los Estados Unidos, la familia paterna decidió quedarse con el pequeño Emiliano sin el consentimiento de su madre.

Esta sustracción no solo infringió la ley de ambos países por la naturaleza misma del delito, sino que además se violó la sentencia definitiva dictada por un juez de lo familiar en México.

Lo anterior ha provocado que Miroslava venga planteando en todos los ámbitos imaginables, una importante e imperativa cuestión que se da en toda la franja fronteriza entre Estados Unidos y nuestro país desde hace años.

La prepotencia de EU y la falta de decisión de nuestras autoridades han mantenido en el limbo, oculto a la legalidad y al conocimiento público este fenómeno social en crecimiento.

Uno o dos casos se han llevado hasta las últimas consecuencias, la mayoría quedan en el olvido. Pero Miroslava es muestra de que es posible hacer valer los derechos de su hijo y de ella.

Conozco muy bien a Miroslava Rivera Cota, es empleada de gobierno, madre de Luciana y Emiliano, cuenta con casa propia en una zona residencial de la ciudad de Mexicali; además tiene un negocio próspero en el Valle de de Mexicali junto a su madre y hermana y por si fuera poco cursa su segunda carrera universitaria en la Universidad Autónoma de Baja California.
Desde el mes de agosto del presente año ha sido una alumna de excelencia, comprometida cien por ciento a lo que le encomienda el seguir un plan de estudios de nivel superior. En pocas palabras, en mi clase fue de las calificaciones más alta del grupo.

Por ende, jamás me habría pasado por la mente que tuviese meses con semejante problema. Es hasta el mes de octubre, hacia finales del mismo, que me expuso lo que le estaba ocurriendo. En otra de las conversaciones me mostró un video clip almacenado en su teléfono, sobre la última vez que estuvo junto a Emiliano en un parque de la calle cuarta en Calexico, California, luego de la segunda audiencia en territorio norteamericano, sucedida el 5 de mayo de 2008.

El video clip dura poco más de un minuto, pero es de los más revelador y es prueba inapelable de la absurda separación de una familia. En él, Miroslava trata de no mostrar su dolor e impotencia, empero, las suplicas y el llanto de su hijo sobresalen. Una escena muy desgarradora y por momentos hasta cruel para quien lo vea contextualizado:

Emiliano: !Quiero estar en mi casa, mami¡
Miroslava: Aguas me picaste el ojo.
E: Mami, quiero quedarme en mi casa.
M: Ven súbete acá.
E: !Mami, yo quiero quedarme en mi casa!
!Hey, mami¡
!Mamiii¡ (lamento-suplica de Emiliano)
(Breve lapso de llanto)
E: !Quiero estar con ustedes¡
M: Yo también quiero que te vengas conmigo.
E: !Mamá quiero quedarme...¡
M: Ven, vamos a cargarte pues.
E: !Quiero quedarme mami¡
M: ¿Estás pichilón, o qué te pasa?
E: !Mami, quiero quedarme con ustedes!
!Ehhh, mami...¡
!...quiero quedarme...¡
M: ¿Bibi, el bebé?
E: !...mami...¡
M: ¿Una titi para el bebé?
E: !Mami, quiero quedarme con ustedes!
!Ahhhh¡
M: A ver platícame la película, yo no la he visto, la de Wolfverine, ¿cómo se llama?

El 25 de diciembre de 2009 no precedió a una noche buena en la casa de Emiliano, a pesar de la estabilidad económica y la calidad moral de la familia Rivera Cota (conformada por su abuela Alicia, la tía Nerehida, su hermana mayor Luciana y su mamá Miroslava).

Por fortuna, de unos meses a la fecha se viene concretizando un frente civil, que si bien se centra en este caso en particular, promueve el diálogo público y serio sobre el grave vacio jurídico en problemáticas que incumben a las sociedades de frontera. Las distintas comisiones de derechos humanos (en especial la binacional que encabeza el antropólogo Víctor Clark), algunos medios masivos de comunicación (como el semanario ZETA y algunas radiodifusoras locales) y un nutrido grupo en crecimiento de profesores, alumnos, amigos, periodistas, abogados y activistas, hacen un frente común en estos momentos, en respuesta y contrapeso a la indiferencia de las instancias encargadas de Estados Unidos y de México.

Pareciera que fuese la culminación de un aislado embrollo jurídico a simple vista. Por el contrario, los siguientes apartados muestran la complejidad tanto en los hechos factuales como en lo que respecta a la defensa de derechos humanos en un plano internacional. Además, explica la magnitud de la inaplazable lucha por generar un marco legal para quienes vivimos en la frontera mexicana e indiscutiblemente tenemos lazos de toda índole con los estadunidenses.
Servio Castellanos
Invierno de 2009